La
estupidez del ser humano es soberbia. Nos pasamos toda la vida
pensando en lo que nos diferencia de los demás, viviendo enfrentados
a otros porque hay una gran cantidad de cosas que nos separan. Pero
cuando estos se van, entonces lloramos y recordamos todo aquello que
nos unía a esas personas. ¿Por qué no hacerlo en vida?
Es
decir, por qué no vivir aferrándonos a lo que nos une. Ya habrá tiempo de estar
separados, cuando nos vayamos a quién sabe dónde y no volvamos a
vernos. Pero mientras tanto, vivamos el presente, agarremos aquello
que tenemos en común con las personas de nuestro entorno, y
disfrutemos de ello.
La
vida es corta y efímera, se va y nos lo arrebata todo en cuestión
de segundos. Entonces, por qué vivir la misma buscando problemas, si
estos van a venir solos. ¿Sería mejor, tal vez, dedicar nuestro
tiempo a dibujar soluciones a lo que se presenta sin quererlo? Quizá
esto ayudaría a encontrar la felicidad, esa que tanta falta hace y
que parece que nadie puede obtener.
Siempre
tengo presente una frase que escuché una vez en televisión: la
felicidad es un instante entre una “putadita” y otra. Pero si
además, entre ambas “putaditas”, en lugar de disfrutar de ese
instante, provocas a alguien otra “putadita”, no sólo no estás
disfrutando de tu felicidad, sino que estás invadiendo ese instante
que los demás tienen, impidiéndoles también a ellos ser felices.
Estas
palabras son muy tópicas, parece que todos pensamos así, la teoría
es fácil y hasta puede resultar graciosa, pero en la práctica, en
el día a día, ¿quién lo cumple de verdad? Nadie. Todos, en algún
momento de nuestras vidas, hemos dado más importancia a aquello que
nos separa de una persona, que no nos gusta de la misma, en lugar de
buscar lo que nos atrae y por lo que podemos encontrar una vía de
escape para no estropear la buena armonía que poseemos por
naturaleza.
Por
eso vamos a dejarnos llevar por lo que nos salga desde dentro, vamos
a apartarnos del orgullo, el rencor y la prepotencia, vamos a dejar
de ser envidiosos, vamos a alegrarnos del bien ajeno y solidarizarnos
con el mal mismo. Agarrémonos a lo que nos une y soltemos lo que nos
aleja, vivamos en sintonía con nuestro entorno, que no tengamos que
llorar de arrepentimiento cuando ya nos haya separado la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario