A veces, casi siempre, tardamos mucho en darnos cuenta de lo verdaderamente importante. No sabemos apreciar las cosas hasta que las perdemos, pero entonces es tarde. Y no aprendemos, y olvidamos, y volvemos a poner delante lo urgente en lugar de lo importante.
La diferencia entre lo urgente y lo importante es sencilla: lo primero es aquello a lo que nos dedicamos a diario, lo que nos provoca estrés y ansiedad, lo que nos mantiene la cabeza ocupada y el cuerpo nervioso, lo que creemos vital, cuando en realidad nos quita la vida.
Lo segundo es aquello a lo que normalmente no prestamos atención, dejamos pasar por alto y sólo atendemos a ello cuando creemos que lo vamos a perder o cuando sufrimos por la vía rápida una lección de vida que nos hace parar y contemplar lo que tenemos delante.
Pero siempre esperamos algo que nos haga abrir los ojos, algún hecho que nos diga "frena", un punto de inflexión tras el que ya no volveremos a ser los mismos y, si la vida nos da la oportunidad, y nosotros la aprovechamos, entonces empezaremos a disfrutar de lo que queda, de la belleza de lo inmaterial, de lo bien que sienta lo intangible, en fin, de la vida misma.
Vivimos acelerados, pendientes de las tecnologías, del trabajo, del dinero, de las tareas del hogar, de no fallar, de los compromisos con otros, dejando para otro momento los compromisos con uno mismo. Es decir, sólo atendemos lo urgente. Lo importante lo dejamos para cuando tenemos un rato libre, normalmente pequeño, pisamos de puntillas y muy por encima estas cuestiones, y vuelta a empezar con la rutina de siempre.
Por eso, vamos a darnos prisa, vamos a disfrutar de las relaciones, vamos a comunicarnos con nuestros seres queridos, más cara a cara y menos a través de una pantalla, vamos a juntarnos, a celebrar que cada día que pasa y vemos amanecer es una oportunidad nueva de vivir, vamos a aferrarnos a lo que nos une a los demás, vamos a besarnos y a decirnos cuánto nos queremos, vamos a reír con lo bueno y a compartir lo malo, que así duele menos.
Vamos a tener en cuenta lo importante, porque lo urgente puede esperar, seguirá ahí mañana, pero hay cosas que no esperan, que no dan una segunda oportunidad y que cuando te despiertes un día se habrán ido, ya no podrás ocuparte de ellas ni siquiera en tus ratos libres.
Imagen: Daniel Vega Fotografía
No hay comentarios:
Publicar un comentario