jueves, 21 de abril de 2016

Por ti, tío Joaquín.

Hoy no es un día cualquiera. Hoy es 21 de abril, con lo que ello conlleva desde hace cinco años. Cada día soy menos partidaria de comentar estas cosas por las redes sociales, pero es que hoy no podía hacer una entrada para mi blog y no dedicártela. Este es mi pequeño homenaje, uno de tantos que te he hecho y te seguiré haciendo mientras viva. Porque aunque ya no estés aquí, entre nosotros sigue vivo tu olor, el sonido de tu risa y la agradable sensación de sentirte cerca cuando cerramos los ojos. Va por ti, tito Joaquín.

Cada noche me voy a dormir pensando en ti, sueño contigo, y despierto pensándote de nuevo. A veces siento que esto sólo es una pesadilla, y que muy pronto terminará viéndote aparecer ante mis ojos. Luego comprendo que eso no va a pasar nunca más, que sólo forma parte de mi imaginación y de mis ganas locas por volverte a abrazar. Te fuiste sin avisar, en silencio, sin querer llamar la atención. No nos diste tiempo de despedirnos, de decirte lo mucho que te queríamos y lo necesario que eras para la familia. Hay momentos en los que creo que mejor así, porque no me gustan las despedidas. Pero joder, un último beso, un último abrazo de quienes más te querían. Pero preferiste marcharte callado, hasta para eso fuiste generoso.

Quienes tuvieron la gran suerte de conocerte no encuentran una mala palabra para ti. No hay nadie que pueda decir algo negativo sobre tu paso por sus vidas. Eras la bondad, la alegría, la generosidad, la diversión. Todo en ti era luz. La única sombra la sembraste aquel 21 de abril de 2011 en nuestras vidas. Aquél día fue gris, lluvioso y triste. Desde entonces, cada 21 de abril lo es. Aquí abajo nada ha vuelto a ser igual. Todo sigue su cauce, la vida no se ha parado, pero en nuestra mente, cada día, hay un recuerdo para ti, sea lo que sea aquello que estemos haciendo. Nada es tan importante como mantenerte presente. Me ha costado mucho imaginarte y no llorar. Ahora sonrío al pensar que te tuve y te disfruté, aunque no lo suficiente.

Tus hijos y tu mujer te extrañan cada día, aunque cada vez son más fuertes, y están aprendiendo a seguir viviendo sin ti, aunque les está costando sudor y lágrimas. De estas últimas, muchas, demasiadas. De tus hermanos, cuñados y sobrinos (ahí estoy yo) no hablo, porque puedes suponer la grieta que tenemos dentro y que nunca sanará. Tus padres viven con el corazón partido, pero ellos han luchado mucho, y lo siguen haciendo, para vencer cada día el dolor que supone la pérdida irreparable de un hijo.

 Y por último... hay dos cosas que me llevan a ti siempre.

La primera es tu sobrina-nieta María. Cómo hubieses disfrutado con ella... y ella contigo. Si vieses la pasión que tiene por tus niños, si pudieses cogerla y jugar con ella como hace Pili... qué pena no poder compartir contigo esa alegría de la que nos llena nuestra niña.

Y la segunda cosa es tu Atleti. No te haces una idea del por culo que nos lleva dando ya tres añitos... allá donde estés, seguro que te estás descojonando de nosotros. Si supieses las cenas que hubieses ganado apostando con mi padre y con Ismael en estos últimos tiempos... Eso sí, seguís sin ganar la Champions. Este año tenéis todas las papeletas, pero espero que no lo hagáis, porque dice tu hijo el mayor que si eso pasa, se rapa el pelo. Y no quiero imaginar lo que pensarías si le vieses así... aunque el orgullo te invadiría por dentro al ver el hombre en que se ha convertido, y cómo cuida de Sergio y de su madre.

Hasta aquí esta carta, añado al final un TE QUIERO y un GRACIAS, porque contigo aprendí, disfruté, reí, bailé y canté (por muy mal que lo hiciéramos los dos). Saluda a nuestro otro ángel, y te pido un último favor... seguid cuidando de nosotros desde ahí arriba.






No hay comentarios:

Publicar un comentario