No soy de
piedra, y lloro con gran facilidad. Tampoco entro en la talla 38, ni
voy siempre depilada, ni mucho menos mi cara está exenta de granos,
puntos negros u ojeras. Hay días en los que no me apetece lavarme el
pelo, y elijo llevar una coleta, aunque con ella me vea horrible.
También
tengo mis momentos de mal humor y malas contestaciones para quien no
se lo merece. Y por supuesto hay días en los que no me apetece
contestar un mensaje o quedar con alguien que quiere verme. Tengo
ataques de bipolaridad, me enfado con chorradas, pero aguanto grandes
putadas.
No me gusta
que me hagan bromas, es muy fácil picarme y parece que eso lo
intuyen y les encanta comprobarlo a todos los que me rodean. A veces
tengo la inocente ignorancia de una niña pequeña, y otras la hábil
perspicacia que adquirimos con la edad, aunque soy más de lo
primero.
Soy muy pava
haciendo ejercicio físico, no tengo flexibilidad, si corro me caigo
y si ando con tacones, también. Me tropiezo con gran asiduidad,
hablo mucho, bastante más de lo que los oídos ajenos puedan
soportar, además tengo una voz irritante y suelo ser muy escandalosa
cuando me río.
Tengo miedo
a perder personas queridas, pánico a los bichos, una terrible
inseguridad acerca de mi futuro profesional y un enorme sentido de
culpabilidad cuando digo cosas que no pienso en un calentón. Soy
cabezona literal y metafóricamente hablando, no me gusta perder y no
suelo ganar.
Detesto una
parte fundamental de mi cuerpo, del cuerpo femenino. Ellas habitan en
mí desde los trece años, aproximadamente, pero gracias a muchas
personas, lo harán sólo dos meses más. Por último, de herencia
paterna padezco migrañas y de herencia materna soy un terremoto y me
agobio con facilidad.
Pero ante
todo soy yo. Única, aunque con gran parecido al resto de mujeres de
mi edad. Fuerte, aunque con muchos puntos débiles. Luchadora, aunque
no siempre vencedora. Sencilla, con puntos de chulería. Simpática,
con días de gilipollas. Alegre, con momentos de amargura. Divertida,
pero a veces sosa como una patata sin sal. Pero, repito, ante todo
soy algo que nunca cambia pase lo que pase: soy yo misma. Sincera y
real como la vida que pasa por nuestros ojos y que vivimos con el
alma.
Canción del post: Esta soy yo-El sueño de Morfeo
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