Hace tiempo vengo leyendo la misma frase en todos lados: los abuelos deberían ser eternos. Aunque me conmueve y pienso así, que no se deberían ir nunca, he de confesar el primer pensamiento que se me viene a la mente cuando lo veo: qué hipócritas somos a veces.
Digo esto porque cuando se trata de hablar de nuestros mayores en público, sea a través de pantallas (como casi todo hoy) o en tertulias cara a cara, siempre les alabamos, pedimos que no se vayan, confesamos que son lo mejor que tenemos y aseguramos no saber qué haríamos si se marcharan mañana.
Pero a la hora de la verdad, cuando toca cuidarles, aguantar sus despistes y sus repeticiones constantes de las mismas cosas, cuando meten la pata, comienzan a irritarnos. Les hablamos mal, les contestamos con la voz más alta de lo normal, y no nos damos cuenta que también vamos a llegar a esa edad y que buscaremos la comprensión de nuestros jóvenes.
Hay otras ocasiones en las que los abuelos empiezan a ser molestos para las familias, y bien por trabajo, bien por comodidad o bien por falta de sentimientos, terminan quitándose ese estorbo de encima y llevándolo a una residencia para ancianos donde, por supuesto, se les cuida bien, aunque no podemos decir que no les falta de nada. Carecen de lo más importante, de lo esencial para vivir: el cariño y la atención de sus seres más queridos.
Y es que, a medida que nos hacemos mayores, formamos nuestros caminos y encauzamos nuestra propia vida, nos olvidamos que un día fuimos dependientes de personas sin las que no hubiésemos salido adelante, sin las que en ningún caso hoy seríamos independientes.
Cuando les hacemos visitas a sus casas o a los asilos nos hacemos fotos con ellos y nos jactamos de pregonar que les queremos con el alma, para que se entere todo el mundo. No sé vosotros qué sentido tendréis del amor, pero para mí, querer con el alma significa cuidar con las manos y mimar con el corazón. Y sin estas dos, la primera no sirve de nada.
Por esto hoy aprovecho una plataforma que nos encanta a todos, la de las redes sociales, para decir públicamente un par de cosas a mis abuelos: primero, os pido perdón. Por todas las ocasiones en las que os he hablado mal, os he faltado el respeto gritándoos, he dicho en voz alta lo pesados que sois y lo mucho que me irritáis. Y segundo, a mis abuelas, a mi abuelo: quizá no lo hago todo lo bien que me gustaría, quizá a veces cometo errores, pero os prometo que os quiero y os necesito como cuando era una niña y me teníais que dar la mano para poder andar sin caerme.
Vamos a intentar subsanar los errores que hayamos cometido con ellos (si como yo, aún estáis a tiempo), vamos a abrazarles fuerte antes de que se vayan, vamos a recordarles cada día lo mucho que les queremos, y vamos a dar todo por ellos hasta el último día, como ellos hicieron desde el primer minuto de nuestra vida.
Añado esta foto porque me parece maravillosa, porque demuestra el amor incondicional que ellos tienen por nosotros, y ayuda a comprender cuánto les debemos y cuánto tenemos que mimarles.
Canción del post, dedicada a mis abuelos y a todos los que conozco: https://www.youtube.com/watch?v=wGXpygQa2LQ - Nuevos recuerdos, Jesse y Joy.