Quiero alguien que me
coma con la mirada. Alguien que, si entre la gente me ve a lo lejos,
sonría y deje de escuchar lo que le están diciendo. Alguien que
corra si sabe que estoy en peligro. Alguien que sienta algo extraño
cuando estoy mal, y me llame para preguntarme si estoy bien. Esa
persona que cuando te abraza y te dice que no pasa nada, en el fondo
tiembla de miedo por ti. Que le duele el corazón cuando te enfadas
por su culpa, que sufre cuando no sabe dónde estás y piensa si te
habrá pasado algo. No pido tanto, ¿no? Quiero alguien que se
preocupe. Que preste atención a cada gesto que realizo para saber
cómo soy de verdad. Que te defienda de cualquier ataque, que sepa
echarte la bronca sin que lo notes. Que conozca tus puntos débiles,
y si no se los muestras, los encuentre.
Es muy fácil de
entender: todos queremos alguien que nos erice la piel cuando nos
mira, que cuando roce nuestra cintura con sus manos nuestras fuerzas
se esfumen. Que nos tiemblen las piernas cuando nos quitan la ropa,
que el instante previo a vernos sea un manojo de nervios y emoción.
Todos necesitamos
que alguien sea esa
persona,
pero no todos aceptamos
ser el alguien de esa
persona.
Ese punto de luz, el que más brilla, es
esa persona.
Párate a pensar que tú también puedes ser
el punto de luz de alguien.
Canción del post: Ya verás-Funambulista https://www.youtube.com/watch?v=rIWRgD32fL4