domingo, 5 de junio de 2016

Yonki de tus sonrisas.

Hubo un momento en que me sentí como una drogadicta. Yo era la yonki y tu sonrisa era mi droga. Sabía que me hacías daño, que no eras bueno para mí. Pero cuanto peor me hacías sentir, más te buscaba y más quería de ti.

Cada noche que pasaba contigo era como llegar al éxtasis, pero sin tomar ninguna sustancia. Sólo necesitaba que me sonrieses, y besar tus labios para tener esa sensación de felicidad infinita. Me iba a dormir flotando, sabiendo que al despertar me iba a sentir muy mal. Y, en efecto, a la mañana siguiente tenía sensación de resaca, aun sin haber probado una gota de alcohol. Mi espidifen era una conversación contigo, y de nuevo en condiciones para verte una noche de sábado más. Llenarme de ti y vaciarme el domingo a mediodía.

Pero de repente una noche, en aquella discoteca no estaba mi droga. Tú andabas por allí, como siempre, pero tu sonrisa ya no me miraba. Te busqué, tenía mono de ti. Pero no te encontré. El dinero con el que te compraba eran mis abrazos, y parecía que tú ya no los necesitabas. Ese fue el primer sábado de muchos en los que llegué a casa borracha y jurándome que no volvería a beber por ti, que a la mañana siguiente borraría tus recuerdos y me desengancharía de ti.

El camino no fue fácil. De hecho, fue mucho más complicado de lo que yo creía. Cada palabra que mis amigos decían de ti, cada "tienes que olvidarle y pasar de él", cada "apartarte de él es lo mejor que te puede pasar", me parecían ataques directos hacia mí. Tardé mucho tiempo en comprender que tenía un problema y que ellos sólo trataban de ayudarme.

Pero una mañana me desperté y ya no tuve sensación de dolor. Quería verte, pero ya no lo necesitaba. Esa noche fui a la discoteca de siempre y allí estabas tú. ¿Sabes qué sentí? Nada. Miré a mis amigos y les sonreí. Te había apartado de mi mente y gran parte de mi logro se lo debía a ellos. El sufrimiento había terminado, me había desenganchado de tu sonrisa, estaba limpia y había que celebrarlo.

Volví a llegar borracha a casa, pero el domingo no tuve resaca. Simplemente me desperté agradecida, feliz por haber superado mi adicción.






Canción del post: Perro que ladra no muerde, Kiko y Shara.